Intento de descripción
Primero me describiré a mí
mismo
empezando por mi cabeza
o mejor mi pie
o mi mano
o el meñique en mi mano izquierda
mi meñique
es tibio
un tanto curvado hacia adentro
termina en uña
está hecho de tres segmentos
cerca de mi palma
librado a sus propios medios
sería un gusano de buen tamaño
es un dedo muy especial
el meñique de una mano izquierda
único en todo el mundo
me lo dieron directamente
otros meñiques de una mano izquierda
son una fría abstracción
comparto con el mío
fecha de nacimiento
fecha de muerte
común soledad
sólo la sangre
ocupada en la escansión de oscuras tautologías
une playas distantes
con un hilo de mutuo acuerdo
Un país
En la misma esquina de este
viejo mapa hay un país que añoro.
Es la patria de las manzanas, las colinas, los ríos perezosos, del vino agrio y
el amor.
Por desgracia una gran araña tejió sobre él su tela
y con su viscosa saliva cerró las puertas del sueño.
Y es siempre así: el ángel con la espada de fuego, la araña y la conciencia.
Episodio en una biblioteca
Una
muchacha rubia está inclinada sobre un poema. Con un lápiz filoso como una
lanza, ella transfiere las palabras a una hoja en blanco y las convierte en
trazos, acentos, hemistiquios. El lamento de un poeta caído se ve ahora como
una salamandra que es devorada por las hormigas.
Cuando lo cargamos bajo el fuego de las ametralladoras, yo creí que su cuerpo,
aún tibio, resucitaría en sus palabras. Y ahora, mientras observo la muerte de
las palabras, sé que no hay límite para la decadencia. Todo lo que quedará de
nosotros en esta tierra negra será sílabas dispersas. Acentos sobre la nada y
el polvo.
Leer la mano
Todas las
líneas descienden al valle de la palma
hasta un hueco en que burbujea la diminuta fuente del destino
Aquí está la línea de la vida
Mira recorre como una flecha
el horizonte de los cinco dedos iluminados por su corriente
que se levanta venciendo todos los obstáculos
y nada es más hermoso ni más fuerte
que su lucha por seguir adelante
Comparada
con ella qué indefensa la línea de la fidelidad
como un grito en la noche un río en el desierto
concebido en la arena y muriente en la arena
Tal vez continúa más abajo de la piel
parte el tejido de los músculos y penetra en las arterias
para que de noche podamos ver a nuestros muertos
allá
abajo allá adentro donde la memoria y la sangre fluyen
tiros de minas pozos cámaras
llenos de oscuros nombres
Esta
colina no estaba aquí
Después de todo recuerdo
que había un niño de tan redonda ternura como si
una lágrima ardiente de plomo
hubiera caído en mi mano
Después de todo recuerdo el pelo
la sombra de una mejilla
frágiles dedos y el peso de una cabeza durmiente
¿Quién
destruyó el nido, quién apiló
el monte de indiferencia que no estaba aquí?
¿Por qué no pones la palma de tu mano
contra tus ojos?
Nosotros
echamos la suerte
Estamos aquí para saber.
Zbigniew Herbert
(Lvov, 1924 - Varsovia, 1998) Poeta y dramaturgo polaco cuya producción, moderna y humanista, lo sitúa entre los grandes de la literatura contemporánea polaca junto a sus compatriotas Czeslaw Milosz y Wislawa Szymborska.
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