Olvidos
Nadie recuerda
cómo se funda un pueblo.
¿Quién traza el lugar de la intemperie,
quién las líneas de vuelo de los pájaros?
Y la casa,
la casa que ya es otra, ¿cómo era una casa?
¿Y quién es el doliente de la sangre,
quién su curandero?
Ya nadie recuerda cómo se prepara el día,
cómo se enciende la luz, cómo es la brasa
del carbón de la noche.
¿Quién estará al cuidado de las tempestades
quién al abrigo del fuego?
¿Y quién pronunciará los conjuros?
¿Quién despertará la mañana y que sea de verdad
la mañana?
Ya no sabemos cómo convocar la luz y cómo
deshacer las trampas de la muerte,
¿quién irá entre las cosas diferenciando lo venenoso
y lo comestible?
¿Quién será el guardagujas del viento?
¿Y quién entonces fabricará el agua?
¿Alguien recuerda cómo se hace el agua?
Escrito en piedra
En piedra escribo:
en el principio fue la música, después
vino la muerte.
Lo digo en memoria de los días talados.
En piedra escribo los nombres de la luz.
Con la sombra de mis palabras
dibujo sus manos y sus ojos de angustia.
En las ramas de mi memoria abrazo su música
y sus frutos de electricidad.
En los desfiladeros se suicidan los días,
y los árboles desde hace ya mucho tiempo
han dejado de dar sus frutos.
En piedra escribo la vida
como escribe el relámpago el regreso del agua.
Afirmo la vida, la antigua llama que ilumina mi propio abismo.
Arte
Las palabras huyen de la
servidumbre,
la lengua es la turbulencia de la materia insatisfecha.
En el silencio la palabra siembra, y desde su sombra lanza raíces.
Si caminamos sentimos los abismos de la espiral del vacío. Es de los altares
de la resignación de donde huimos.
El arte no es horror al vacío
sino al tiempo baldío del animal doméstico, esa
catalepsia de tiempo sepultado.
En la fijeza el aire no resuena, si habla o escribe el satisfecho la poesía
huye.
Si es por la exhibición la poesía no califica. La pasarela es el atajo de los
caballos
de feria.
La poesía restituye, es materia soluble, huye del tiempo.
Así es el agua, no deja que
el polvo levante su imperio. El agua se desplaza,
no en el tiempo, no en el espacio, no entre la dura materia.
Así es el agua, así son los árboles. No es hacia la oscuridad y la muerte hacia
donde descienden los ríos.
No hay muerte, las raíces, el agua y las sombras buscan su luz más íntima.
El vacío, la materia lo arrastra tras de sí.
Cuando la poesía huye deja en el vacío un árbol plantado.
Poema de las almas muertas
Cómo entender
Los prolongados silencios del árbol
Cómo discutir el monólogo del río
Cómo iluminar el resplandor de un incendio
Cómo leer la sangre abierta.
Cómo curar las heridas del día
Cómo leer las manchas del sol
Cómo cantar estas muertes.
Cómo entender al trastornado
Cómo curar los rostros del miedo
Cómo contarle al que pasa
Cómo hablarle al que pasa
Y cómo,
Si lo que pasa, lo que atraviesa esta noche
Son trescientas mil almas caídas en la guerra.
Álvaro Marín (Colombia)
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