El mate y su idioma
Cuando una costumbre, un uso o un estilo determinado se enraízan en una sociedad, pasan a integrar su tradición y su leyenda. Nadie puede entonces medir la exacta proyección de su incidencia.
Es que ese algo se integra como una forma de sentir nacional y sólo quien puede palpitar
vivencialmente ese sentir, por haberlo heredado y pertenecer, puede comprender su entrañable alcance.Tal es el caso del mate, entre nosotros, los argentinos
(Francisco
N. Scutellá)
Dice el Dr. Emilio Anastay en su libro "Le Mate",
"el productor vegetal del mate es un árbol que se parece un poco al laurel, de 3 a 6 metros de altura, que forma a veces bosques enteros, y otras veces convive con laureáceas y mirtáseas. Extraordinario en todos sus aspectos, parece de un cultivo difícilmente practicable..."
En el siglo XVII, existía la convicción entre los naturales y también entre los colonos, de que por su especial dureza, la semilla del mate no tenía bastante con la humedad y con los elementos del suelo para germinar y que debía sufrir un comienzo de digestión en el estómago de un pájaro especialmente aficionado a aquella fruta.
Parecía
confirmarlo el que nunca hubiese arraigado una semilla tomada directamente del
vegetal, y sembrada en las mejores condiciones. En cambio crecían fácilmente
las que se encontraban entre los excrementos de los pájaros.
Los Padres Jesuitas hicieron pruebas, sometiendo a distintos grados de ebullición dichas semillas, y obtuvieron plantaciones regulares.
En el siglo XIX, primero en los jardines botánicos sudamericanos, y luego por los mismos agricultores, se ha generalizado la plantación del mate, aún sin recurrir a la cocción en agua de sus semillas, pues dada la abundancia de tierras disponibles, y los pocos cuidados que exige el cultivo resulta remunerador dedicarse a él, porque las plantas espontáneas no bastan ya a cubrir las exigencias del consumo cada vez más extendido.
(Savia Argentina 27)
Los Padres Jesuitas hicieron pruebas, sometiendo a distintos grados de ebullición dichas semillas, y obtuvieron plantaciones regulares.
En el siglo XIX, primero en los jardines botánicos sudamericanos, y luego por los mismos agricultores, se ha generalizado la plantación del mate, aún sin recurrir a la cocción en agua de sus semillas, pues dada la abundancia de tierras disponibles, y los pocos cuidados que exige el cultivo resulta remunerador dedicarse a él, porque las plantas espontáneas no bastan ya a cubrir las exigencias del consumo cada vez más extendido.
(Savia Argentina 27)
Sus Habitos
Cuando un hábito llega a consustanciarse en la vida de un pueblo, tal como ha ocurrido con el mate y los criollos, desde sus inicios su evolución y hasta la actualidad, ocurre que alrededor de él comienzan a generarse historias. Desde aquellas que indican que tal o cual manera de prepararlo provoca una u otra reacción o efecto, lo mismo que su forma de ofrecerlo y hasta su grado de temperatura puede ser señal de pasiones o desidias, entonces ocurre que nacen los códigos, las señales; en suma: el lenguaje.
De acuerdo con los antecedentes existentes y de mayor o menor conocimiento popular, con lo que puede recopilarse de una desordenada literatura, y hasta la seria intención de buscar mayor cantidad de datos, es que he llegado a reunir una serie de elementos que hablan de sortilegios, chanzas y promesas de enamorados.
El origen del "idioma" del mate parte del momento en que éste llega a su máximo esplendor, es decir, cuando se lo tomaba en absolutamente todos los estratos sociales y sus "mensajes" se habían generalizado.
Antes de esto, existe una etapa en que todo sucede de manera rural: grandes estancias, caminos solitarios, ranchos aislados o carretas de eterno traqueteo. Era una época donde el ganado era prácticamente bagual y los hombres aún a frente no perdían aspereza , volcados insistentemente a su silencio, siempre acompañados por su mate.
Después algún alto en una posta o en algún gran establecimiento ganadero del camino, y el mate volvía a circular, pero ya desde una óptica distinta. Ya era una mujer quien lo cebaba y ofrecía o circulaba en ronda de trabajadores paisanos que compartían charlas, experiencias y la socarrona alegría del alto en las duras tareas de cada jornada.
Entonces el mate adquiriría el valor de la simpatía, del vínculo cordial de invitación promisoria - cuando era la mujer quien convidaba -, y de franca solidaridad cuando la mateada entre hombres.
Lo interesante es que, por entonces, los lugares en los que se hacían los altos del camino, los poblados o los establecimientos, eran siempre los mismos, dado que los itinerarios, "los caminos del ganado" eran prácticamente calcado a sí mismos, por lo que nacían y se alimentaban afectos. De esta manera, el gaucho terminaba prometiendo traer "alguna cosita", en su viaje de regreso "pa, a devolver la atención del mate". La mujer, a su vez, con su limitada vida de soledad en una escenario de cielo y horizonte, se aferraba a esa pequeña ilusión del hombre que había pasado y a quien lo ofreció lo que estaba a su alcance: un mate.
Esbozado este cuadro, téngase en cuenta los recatados hábitos de entonces y la parquedad en la comunicación - considerada en la época como "conveniente" - entre los distintos sexos.
En aquel tiempo esa incipiente relación, ese naciente interés de la mujer hacia el ocasional tropero, no tenía cauce de expresión posible ni directa, por lo que "debía" insinuarse; se sugería querendonamente a través de esos mates compartidos a los que una mano femenina podía poner un toque distinto, dotándolo de algún detalle que destacara a ese mate de los demás. Y sus razones, la muchacha tendría.
Todo este que narro precedentemente pervive y se afirma luego en los centros poblados, es decir, en las ciudades donde aquél mate simple y sin ornamentos se viste de gala con plata, oro y otros metales preciosos. Sin embargo, hay algo que no cambia: es el callado juego emotivo de los corazones jóvenes que (usos de aquellas épocas) procuran dar a entender "al otro", a través de un poco más de azúcar o unos trocitos de canela, su grado de afecto también, por el mismo medio, detendrán impropias pretensiones con un oportuna mate frío.
Mate es estímulo, inspiración, equilibrio, fuerza, riqueza, trocito de Patria chica, el símbolo acabado de "Juan Criollo", y por todo ello: Poesía.
El mate es algo consustancial con nuestro pueblo, que por su puesto, no es sólo la Capital, sino principalmente el humano vivero, cabe a sus haciendas chacras y puestos su auténtica naturaleza, la reserva de su fuerza y energía.
La prodigiosa austeridad y la maravillosa resistencia de nuestro gaucho, no se explica sin el Mate.
No parece sino que en el Mate y en sus poderosas vitaminas, se hubieran refugiado lo más sutil, lo más invencible, lo más viviente y vivificante del espíritu.
Por eso, mientras perdure el mate, no habrá acabado de morir el Gaucho.
"Señor, yo tomo mate en bombilla porque noto que me estimula al trabajo. Muchas veces, sintiéndome perezoso, con pocas ganas de trabajar, tomo cuatro o cinco mates y me siento dispuesto y animoso, también noto que tomando unos mates cuando me hallo con el ánimo decaído, me siento estimulado, el ánimo y el espíritu se elevan".
Este y muchos relatos, resultaron muy interesantes. Otras personas coincidían en decir que el Mate, para ellas será un verdadero regulador de la función digestiva, pues aseguraban que todas las mañanas, les facilitaba las evacuaciones intestinales, y que bastaba dejar pasar una mañana sin tomar Mate, para que se interrumpiera el hábito.
Varios intelectuales confirmaron también, que tomando unos mates, coordinaban mejor las ideas al escribir o hacer cálculos.
Acicateado por tan favorables opiniones el Doctor J.A. Chesa se dedicó a la búsqueda de todo dato, ya de orden científico o popular que pudiera ilustrarle sobre todos los aspectos de esta saludable bebida.
Por medio de sus estudios iremos conociendo el Origen, la Etimología y diversos relatos históricos de: La Yerba Mate.
Cuando un hábito llega a consustanciarse en la vida de un pueblo, tal como ha ocurrido con el mate y los criollos, desde sus inicios su evolución y hasta la actualidad, ocurre que alrededor de él comienzan a generarse historias. Desde aquellas que indican que tal o cual manera de prepararlo provoca una u otra reacción o efecto, lo mismo que su forma de ofrecerlo y hasta su grado de temperatura puede ser señal de pasiones o desidias, entonces ocurre que nacen los códigos, las señales; en suma: el lenguaje.
De acuerdo con los antecedentes existentes y de mayor o menor conocimiento popular, con lo que puede recopilarse de una desordenada literatura, y hasta la seria intención de buscar mayor cantidad de datos, es que he llegado a reunir una serie de elementos que hablan de sortilegios, chanzas y promesas de enamorados.
El origen del "idioma" del mate parte del momento en que éste llega a su máximo esplendor, es decir, cuando se lo tomaba en absolutamente todos los estratos sociales y sus "mensajes" se habían generalizado.
Antes de esto, existe una etapa en que todo sucede de manera rural: grandes estancias, caminos solitarios, ranchos aislados o carretas de eterno traqueteo. Era una época donde el ganado era prácticamente bagual y los hombres aún a frente no perdían aspereza , volcados insistentemente a su silencio, siempre acompañados por su mate.
Después algún alto en una posta o en algún gran establecimiento ganadero del camino, y el mate volvía a circular, pero ya desde una óptica distinta. Ya era una mujer quien lo cebaba y ofrecía o circulaba en ronda de trabajadores paisanos que compartían charlas, experiencias y la socarrona alegría del alto en las duras tareas de cada jornada.
Entonces el mate adquiriría el valor de la simpatía, del vínculo cordial de invitación promisoria - cuando era la mujer quien convidaba -, y de franca solidaridad cuando la mateada entre hombres.
Lo interesante es que, por entonces, los lugares en los que se hacían los altos del camino, los poblados o los establecimientos, eran siempre los mismos, dado que los itinerarios, "los caminos del ganado" eran prácticamente calcado a sí mismos, por lo que nacían y se alimentaban afectos. De esta manera, el gaucho terminaba prometiendo traer "alguna cosita", en su viaje de regreso "pa, a devolver la atención del mate". La mujer, a su vez, con su limitada vida de soledad en una escenario de cielo y horizonte, se aferraba a esa pequeña ilusión del hombre que había pasado y a quien lo ofreció lo que estaba a su alcance: un mate.
Esbozado este cuadro, téngase en cuenta los recatados hábitos de entonces y la parquedad en la comunicación - considerada en la época como "conveniente" - entre los distintos sexos.
En aquel tiempo esa incipiente relación, ese naciente interés de la mujer hacia el ocasional tropero, no tenía cauce de expresión posible ni directa, por lo que "debía" insinuarse; se sugería querendonamente a través de esos mates compartidos a los que una mano femenina podía poner un toque distinto, dotándolo de algún detalle que destacara a ese mate de los demás. Y sus razones, la muchacha tendría.
Todo este que narro precedentemente pervive y se afirma luego en los centros poblados, es decir, en las ciudades donde aquél mate simple y sin ornamentos se viste de gala con plata, oro y otros metales preciosos. Sin embargo, hay algo que no cambia: es el callado juego emotivo de los corazones jóvenes que (usos de aquellas épocas) procuran dar a entender "al otro", a través de un poco más de azúcar o unos trocitos de canela, su grado de afecto también, por el mismo medio, detendrán impropias pretensiones con un oportuna mate frío.
Mate es estímulo, inspiración, equilibrio, fuerza, riqueza, trocito de Patria chica, el símbolo acabado de "Juan Criollo", y por todo ello: Poesía.
El mate es algo consustancial con nuestro pueblo, que por su puesto, no es sólo la Capital, sino principalmente el humano vivero, cabe a sus haciendas chacras y puestos su auténtica naturaleza, la reserva de su fuerza y energía.
La prodigiosa austeridad y la maravillosa resistencia de nuestro gaucho, no se explica sin el Mate.
No parece sino que en el Mate y en sus poderosas vitaminas, se hubieran refugiado lo más sutil, lo más invencible, lo más viviente y vivificante del espíritu.
Por eso, mientras perdure el mate, no habrá acabado de morir el Gaucho.
"Señor, yo tomo mate en bombilla porque noto que me estimula al trabajo. Muchas veces, sintiéndome perezoso, con pocas ganas de trabajar, tomo cuatro o cinco mates y me siento dispuesto y animoso, también noto que tomando unos mates cuando me hallo con el ánimo decaído, me siento estimulado, el ánimo y el espíritu se elevan".
Este y muchos relatos, resultaron muy interesantes. Otras personas coincidían en decir que el Mate, para ellas será un verdadero regulador de la función digestiva, pues aseguraban que todas las mañanas, les facilitaba las evacuaciones intestinales, y que bastaba dejar pasar una mañana sin tomar Mate, para que se interrumpiera el hábito.
Varios intelectuales confirmaron también, que tomando unos mates, coordinaban mejor las ideas al escribir o hacer cálculos.
Acicateado por tan favorables opiniones el Doctor J.A. Chesa se dedicó a la búsqueda de todo dato, ya de orden científico o popular que pudiera ilustrarle sobre todos los aspectos de esta saludable bebida.
Por medio de sus estudios iremos conociendo el Origen, la Etimología y diversos relatos históricos de: La Yerba Mate.
Es interesante conocer el origen de esta planta, su historia, como se inició y propagó la antiquísima y tradicional costumbre de nuestros abuelos criollos de "Tomar Mate". Hasta las polémicas suscitadas con motivo del nombre científico aplicado.
En este sentido, remitámonos al trabajo de la Dra.Otero titulado: "La acción fisiológica de la Yerba Mate".
"La Yerba Mate es un producto de América del Sur, obtenido de las hojas y tallos tiernos del "Ilex Paraguariensis", así llamada por el naturista Hilaire. Planta de la familia de las aquifiláceas, que nace y se desarrolla prodigiosamente entre los 18 y 30 grados de latitud sur, alcanzando su mayor desarrollo en las vertientes de los ríos Paraguay y Paraná, zona comprendida en la parte oriental de la vasta región denominada, desde fines del siglo XVI hasta fines del segundo tercio del siglo XVIII: Provincia Paraguaria, que abarcaba, además de la actual República del Paraguay, la Argentina, el Uruguay, parte de Bolivia y Chile".
El idioma del mate
Mate Amargo:
Indiferencia. No esperes nada: Llegas tarde a pretender
Mate Dulce:
Amistad. Te recibo con gusto.
Mate con Canela:
Me estás interesando.
Mate con azúcar quemada:
Te estoy pensando.
Mate con naranja:
Ven a buscarme, quiero que vuelvas.
Mate con leche:
Respetuosa amistad.
Mate con café:
Estuve disgustada contigo. Te perdono.
Mate tapado:
No regreses. Anda a tomar a otro lado.
Mate muy caliente:
Espero tus palabras. Así es mi amor por ti.
Mate espumoso y fragante:
Amor correspondido.
Mate con toronjil:
Estoy enojada contigo.
Mate con melaza:
Tu tristeza me aflige.
Mate con té:
Indiferencia.
Mate con dulce:
Habla con mis padres.
Mate hirviendo:
Odio.
Mate con cedrón:
Consiento.
Mate con miel:
Casamiento.
Mates "encimados" o continuos:
Mala voluntad.
Mate cebado por la bombilla:
Antipatía.
Mate frío:
Desprecio.
Como se ve, este código es más simple y menos comprometido que un filtro mágico o un hechizo; pero igualmente encantador y promisorio como todo lo que tenga halo de misterio. Algo que deja un margen de ilusión dependiendo de un sueño.
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