sábado, 22 de junio de 2019

Poesía de Ecuador: Ana Cecilia Blum










Ciudad


   “Yo te amo ciudad…
 
    aunque soy en tu olvido
    una isla invisible…” 

    (Gastón Baquero)





Me diste un rostro ciudad.
Me amasaste de la sombra.
Me hiciste verso de calle
en los fogones del asfalto.

Ninguno de mis pasos atiza hoy tus bordes, ciudad,
ya no soy el pan bueno de tus manos, ese crío fiel
que ofrecías a los parques, las estrellas, las esquinas.

Mi nombre es ahora tronco abierto irreparable, ciudad,
prolija en chupar desde la amnesia los huesos del peregrino,
ligera en atravesar con los dientes a quien no ancla.

Yo, que canté sobre las blanquísimas criptas de tus bardos.
Yo, que cuidé del moho los ojos tu masa cotidiana.
Yo, que anduve recogiendo entre mis voces a tus vástagos.

Quisiera ser otra vez la casita colorida que cuelga de tus peñas,
la balsa de acuáticos jacintos sobre el manso río,
el manglar que se estira resuelto en tus pantanos.

Y solo soy en tu boca
los despojos del apóstata, ciudad,
en tus registros un poema ya borrado
y solo soy en tu olvido una isla invisible
que te mira
y te extraña
desde lo acre
de todas las distancias
esas
que en el zócalo del ausente
son siempre
agujas tan cercanas.




Mister Merlot

Inúndame de levedad. Acuéstate, estírate, riégate.
Contigo no importa de dónde vengo, hacia dónde voy
o de las hojas secas que están hechos los huesos.

Camino en el silencio del hielo,
nada hiere, nada molesta,
nada acusa, nada quema, nada persigue.

Casi no siento mi cuerpo y me encanta.
Todo es etéreo y no arrastro
atrofias de acero






Del retorno 

Hay calles que te llaman,
vidas que te llaman,
metáforas que quieren coagular tu nombre,
y una casa, en ruinas, pero tu casa.

Ya es hora de ordenar los versos,
desempolvar la biblioteca,
devolverte a la quietud de la palabra.

No temas, que el retorno
jamás te quitará los elefantes,
la ballena, el oso pardo,
la montaña, el tornado, los saguaros.
Ellos, serán siempre en la memoria.






Rituales

Recoger botellas de vino en la mañana
y esperar en su vacío las respuestas.

Apuntar más de un verso
en las pupilas de mi gato,
el ritmo en sus pasos de pantera.

Retornar al río hijastro del deshielo,
a la tarde detrás de las lomas coloradas.

Hundir los dedos en la nieve,
perder el tacto de los días.

Voltear hacia el desierto
desempolvar al dinosaurio
dejar que sobreviva de mis huesos.

Caminar la yerba seca de los filos,
lo perdido en las orillas.





Poeticus


Escribo, porque no puedo pelear batallas con mis manos
y el lápiz -a veces- apunta mejor que la escopeta.

Escribo, porque el verbo escribir suena a única certeza,
y es ruta sin distancias, y es cuerpo sin virus.


Escribo, porque la hoja en blanco es un gato feral
y debo recogerlo, alimentarlo, darle guarida, amarlo.

Escribo, porque los adjetivos acechan y cuando matan,
también dan vida; porque el lugar común no me asusta
y lo que se ha dicho mil veces, igual salpica su encanto.


Escribo, porque todo en mí es un desencuentro:
los terminales se mudan,  las calles cambian de nombre,
y nunca atino estaciones, horarios o trabajos, retornos o partidas.


Escribo, porque aunque duele, no duele tanto.
Escribo, para llenar los cántaros,
limpiar los espejos,
empuñar los espacios,
caminar los laberintos.


Escribo, para no morirme de pena.
Por eso escribo…





Ana Cecilia Blum (Ecuador)


Ana Cecilia Blum (Ecuador, 1972). Poeta, ensayista y narradora. Licenciatura en Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Laica Vicente Rocafuerte de Guayaquil. Posgrado en la Enseñanza del Español como Lengua Extranjera, Universidad Estatal de Colorado, USA.






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