viernes, 6 de mayo de 2016

Poesía de Palestina

Mahmoud Darwish




La tierra se estrecha para nosotros

La tierra se estrecha para nosotros. Nos hacina en el último pasaje y nos despojamos de nuestros miembros para pasar.

La tierra nos exprime. ¡Ah, si fuéramos su trigo para morir y renacer! ¡Ah, si fuera nuestra madre
para apiadarse de nosotros! ¡Ah, si fuéramos imágenes de rocas que nuestro sueño portara
cual espejos! Hemos visto los rostros de los que matará el último de nosotros en la última defensa del alma.

Hemos llorado el cumpleaños de sus hijos. Y hemos visto los rostros de los que arrojarán a nuestros hijos 
por las ventanas de este último espacio. Espejos que pulirá nuestra estrella.

¿Adónde iremos después de las últimas fronteras? ¿Adónde volarán los pájaros después del último 
cielo? ¿Dónde dormirán las plantas después del último aire? Escribiremos nuestros nombres con vapor teñido de carmesí, cortaremos la mano al canto para que lo complete nuestra carne.
Aquí moriremos. Aquí, en el último pasaje. Aquí o ahí... nuestra sangre plantará sus olivos.



Yo soy uno de los reyes del fin

Yo soy uno de los reyes del fin. Salto de mi
caballo en el último invierno. Soy el último suspiro del árabe.
No me asomo al arrayán sobre las azoteas y no
miro a mi alrededor por si me ve aquí alguien que me conozca
y sepa que he pulido el mármol de las palabras para que mi mujer atraviese
descalza campos de luz. No me asomo a la noche para
no ver una luna que iluminaba todos los secretos de Granada
cuerpo a cuerpo. No me asomo a la sombra para no ver
a alguien portando mi nombre y corriendo tras de mí: descárgame de tu nombre
y dame la plata del álamo. No miro hacia atrás para no
recordar que pasé por la tierra. No hay tierra en
esta tierra desde que el tiempo se rompió en torno a mí, fragmento a fragmento.
No estaba enamorado para creer que las aguas eran espejos,
como les dije a mis viejos amigos. Y no hay amor que interceda por mí.
Desde que he aceptado el pacto de paz no tengo presente
para pasar mañana cerca de mi ayer. Castilla izará
su corona sobre el alminar de Dios. Escucharé el tintineo de las llaves en
la puerta de nuestra edad de oro. Adiós a nuestra historia. ¿Seré yo
quien cerrará la última puerta del cielo? Yo soy el último suspiro del árabe.




El amor me enseña a no amar

El amor me enseña a no amar, a abrir la ventana

al borde del camino. ¿Puedes emerger de la llamada de la albahaca
y partirme en dos: tú y lo que queda de la canción?
Cualquier amor es el amor. En cada amor veo el amor, como muerte de una muerte precedente.
Viento que se afana en impulsar a los caballos, entre nubes y valles, a su madre-viento.
¿No puedes salir del tintineo de mi sangre para que acune este ardiente deseo,
para que aparte a las abejas de los pétalos de la rosa contagiosa?
Cualquier amor es el amor. Me pregunta: ¿cómo ha vuelto el vino a su madre y se ha quemado?
¡Qué dulce es el amor cuando atormenta y destruye al narciso del deseo!
El amor me enseña a no amar y me deja a merced de las hojas.




Mahmud Darwish (Palestina, 1941, Texas, 2008)



Poeta palestino nacido en Birwa, Galilea. Considerado no sólo como uno de los más grandes poetas árabes contemporáneos sino también una leyenda, ha vivido en algunos países europeos, en Egipto y en Beirut, donde dirigió una revista y fue uno de los miembros más destacados del Centro de Investigaciones Palestinas. Entre su obra destacan los libros de poesía, Pájaros sin alas (1962), su primer poemario, extraordinariamente lírico y muy influido por la poesía árabe clásica; Hojas de olivo (1964), Enamorado de Palestina (1966), El fin de la noche... es día (1968), Diario de una herida palestina (1969), Mi amada se despierta (1969), Los pájaros mueren en Galilea (1971), Amarte o no amarte (1972), Tentativa número 7 (1974), Esa es su imagen y éste es el suicido del enamorado (1975), Elogio de la alta sombra (1983), Menos rosas (1986), Once astros (1992), ¿Por qué has dejado el caballo solo? (1995), El lecho de una extraña (1999) y Mural (2000); y los libros en prosa, Algo sobre la patria (1971), Diario de la tristeza corriente (1973) y Adiós, guerra, Adiós, paz (1974). Influenciado por los poetas occidentales, Nazim Hikmet, Louis Aragon, Pablo Neruda, García Lorca y T. S. Eliot, desde 1996 vivió en Ramalla, donde dirigió la prestigiosa revista literaria Al-Karmel. Falleció el 9 de agosto de 2008.


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