El viajero
para Javier Egea
Te acompañaban siempre los violines.
Tus poemas estaban en ti como los peces
en el fondo de un río.
Eso es lo que vi en ti:
peces en el desierto,
música amenazada.
Te vi hacer bosques y subir montañas,
te vi cavar abismos con tus manos.
No supe dónde ibas.
Te vi buscar la sombra entre la luz,
te vi buscar la muerte entre la vida,
y no pude entenderte.
Yo no sé qué has ganado, pero sé qué has perdido:
tu música,
tus peces,
tus montañas azules.
No puede ser feliz quien entierra un tesoro.
No puede ser feliz
quien envenena el agua de su vida.
De "Un caso sencillo" 1986 Benjamín Prado
para Javier Egea
Te acompañaban siempre los violines.
Tus poemas estaban en ti como los peces
en el fondo de un río.
Eso es lo que vi en ti:
peces en el desierto,
música amenazada.
Te vi hacer bosques y subir montañas,
te vi cavar abismos con tus manos.
No supe dónde ibas.
Te vi buscar la sombra entre la luz,
te vi buscar la muerte entre la vida,
y no pude entenderte.
Yo no sé qué has ganado, pero sé qué has perdido:
tu música,
tus peces,
tus montañas azules.
No puede ser feliz quien entierra un tesoro.
No puede ser feliz
quien envenena el agua de su vida.
De "Un caso sencillo" 1986 Benjamín Prado
UN
PROFESOR ES ALGUIEN QUE HABLA EN LOS SUEÑOS DE OTRO
(En
la tumba de W. H. Auden en Kirchstetten, Austria)
Imagina
unos versos. Después, ponte a buscarlos
como si
fueran tuyos y estuviesen perdidos;
intenta
adivinarles las palabras
como el
que huye trata de predecir los pasos
de
quienes lo persiguen; y procura que en ellos
se
detenga el idioma
igual que el agua
se
vuelve hielo para dejarse acariciar.
Que tu
poema sepa algo que ignoras;
que no
te necesite; que encuentre al mismo tiempo
lo que
nadie soñaba y lo que buscan todos;
que
cuando ya no estés
oculte que te has ido,
se haga
pasar por ti.
No
escribas si lo puedes hacer como cualquiera
pero no
como tú;
si al
repetir
lo que
dijeron otros
no
dices otra cosa;
si en
tus libros no se oyen los libros que leíste,
como en
un apellido
se escucha galopar
a los
antepasados.
Que tu
poema esté a medio camino
entre
tú y yo
lo mismo que una estatua
entre
el cuerpo y la roca;
que
ponga lo intocable en nuestras manos;
que
logre que se queden las cosas que se van.
(Eso
es lo que me dijo Auden junto a su tumba.
Nevaba
sobre Kirchstetten, en los Bosques de Viena,
y yo
soñé
que
un día
alguien
pondrá unas rosas debajo de mi nombre
y
encima de estos versos que escribo para ti.)
Benjamín Prado (Madrid, 1961). Es identificado
por la llamada “Poesía de la experiencia”. Ha merecido los premios Hiperión,
Internacional de Poesía Ciudad de Melilla y el Generación del 27. Escribió con
Joaquín Sabina, entre otras, las canciones del disco “Vinagre y
rosas”.
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