Poetas
¿Qué seremos ahora?
Enormes cóndores que surcan los vastos empíreos
brindando su fealdad al orbe.
Camellos obstinados, jorobados de tormentos,
cargando aguas amargas para el susurrante desierto.
¿O es que somos paquidermos
armados de marfil y nuestras patas
son las torres que encarcelan al miedo?
Quizás seamos perros salvajes
que embestimos en manada
doblegando medrosamente a nuestras presas
y anunciamos con carcajadas nuestro mutis.
O tal vez el semblante de un jaguar enjaulado;
nuestra palabra es su majestuosa mirada turbia
que palidece en el encierro.
Somos el parco silencio del albatros
al cesar el batir de sus alas:
extinguiéndose
ante la triste cadencia del bullicio.
Noche
Cuánta luz tragan las horas
en mí el llanto de las criaturas perdidas
respirar en un insomnio
que haga de los huesos un cálido refugio negro
es el plasma de la noche
mucha la tierra que aparta a los enterrados
qué ser si no memoria en este caos
sin resguardo del sol vivo quemante de la sangre
o la aventura del mal o el amargo fondo de los ceniceros
la penumbra devela el origen
el nacimiento de algo antes muerto
que escapa por las rendijas de los siglos
pienso una palabra
al unísono mueren miles de hombres
nace de la muerte este susurro
que mojará los caminos de la carne
Telegrama a Roberto Juarroz desde el relámpago
Tiembla la tierra
(todas las raíces desnudas)
llega el silencio
(memoria del relámpago).
Un ser nace y muere.
No le da tiempo para pensar en palabras.
Nadie supo.
No-hombre: efímero balbuceo de carne.
Carne sin palabras.
Duró lo que duró el silencio.
Alan Mills (Guatemala)
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