AFUERA
Afuera el río
arrastra las corrientes del tiempo:
hojas, flores y
animales muertos.
En su rumor despierto.
Lejos escucho los gritos de la gente,
aquellos que
discuten de finanzas; aquellos que van
de un pasillo a
otro pasillo
señalando el
gran día que nunca llegó.
No soy yo quien
regresa, sino el otro,
aquel que en le
Café se sentaba bajo un árbol a contemplar las
gentes,
mientras sus
manos desparramaban migajas sobre la mesa
para el decoro
de las moscas pegadas en el vidrio
donde el tiempo
reflejó su crisis. Una noticia alarmante.
Un crimen que
nadie esclareció.
Afuera el río
-no me importa su nombre- sigue su curso furioso.
Toda patria es
tu patria. Pasan las gentes, todo un río de rostros.
¿Qué haces a
esta hora, sentado y conmovido en este viejo
puente al
mediodía?
Oyes voces
antiguas diciéndote al oído: regresa.
A donde quiera
que vayas es lo mismo.
Pero no seré yo
quien regrese sino el otro.
Afuera corre el
río, el mismo río, su nombre es diferente.
Seres que no
conozco me saludan, mientras contemplo el domo
y trato de asir
tu espacio: cuerpo de la memoria.
Alfonso Quijada Urías (El Salvador)
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